El blog de Jorge Valle

Heckmair a la Norte del Eiger

No podremos ser como ellos, igual podemos hacer justicia a los primeros.

Quisimos ser alpinistas por un día.

Por aquel entonces éramos unos inconscientes, para qué engañarnos. Sin tener conocimiento ni experiencia creíamos que las nortes de Alpes estaban a nuestro alcance. Desde esos primeros sueños hasta que pudimos hacer la primera había pasado mucho tiempo, mucho aprendizaje y mucha pasión por lo que hacemos.

Por inercia se van cumpliendo los sueños. Ahora estoy convencido de que ahí arriba hay alguien que se apiadó de nosotros, y consiguió que nos subiéramos a esas montañas, con dignidad y haciéndolo bien o, al menos, eso nos creíamos... hasta que un día, de visita a un viejo amigo, en su pequeño paraíso castellano, nos tumbó el logro y el ego con estas palabras: "Si no están hechas en invierno, no vale, Jorgito".

Ahora quiero pasar a contaros la experiencia de la norte que viví con más intensidad, la del Ogro, la que siempre está en sombra, y así, hacer justicia a las diferentes generaciones que han pasado por ella.

Tengo necesidad de ello y, si mi amigo lo permite, con un poco de suerte lo publicará en su blog, que para mí será todo un orgullo.

Y así también me dejará brindarles un homenaje.

Esos tipos altos y rubios, germanos y austriacos, creo, que se unieron para subir por la cara norte del Eiger, son unos titanes de verdad.Por lo visto, Harrer, ni siquiera llevaba crampones. Hay que mencionar que tenían sobre sus hombros la carga psicológica de saber que era la norte más mortífera y dramática, o quizá eso les motivaba más todavía para obstinarse con ella. A mí me tocó romper la barrera psicológica de la tragedia de Rabadá y Navarro. De verdad, te pones debajo del Ogro y te acojonas... Te entran todas las dudas del mundo. Al principio, tu mente empieza a hacer estrategias para intentar que te vuelvas a casa, al calor de tu novia. Al rato, mirando con los prismáticos y estudiando el recorrido, empiezas a intentar engañarte con argumentos falsos... Como que no es tan grande (lo que pasa es que, desde abajo, no se percibe la dimensión real de la pared porque las partes tumbadas, los neveros, no se aprecian)... Es una clásica con más años que el copón... O venimos este año fuertes, del Pirineo y Gredos. El caso es que, del acojone, de no creer la realidad y alguna "reciada" anterior en otros percales... en el último momento, no apostamos por salir en el día y decidimos llevar saco de dormir, ligero, para probar la sensación que tuvieron los anteriores durmiendo en el "vivac de la muerte". Por primera vez fuimos conservadores y sensatos. Por eso, esta escalada junto a Nacho Burgués, fue especial, porque la hicimos con madurez, autonomía y sobre todo con decisión. Mente al 100% por la faena.

Hicimos una ascensión moderna, de las que marcan nuestra generación (la del 88): mirar el “facebook” de Ueli Steck y ver que la pared está para batir tu propio récord, consultar “meteoblue" y ver que entra la "ventana", estresar a todos los colegas a "WhatsApp" hasta que alguien te da una esperanza; comprar vuelo en "Rumbo.es", reservar coche de alquiler en "Pepecar", reservar por "Booking" alojamiento en Interlaken... Y preparar el petate con todo el material ligero y moderno. Hay que pensar que los primeros iban, desde Austria, en bicicleta. Así ya entrenaban gemelos para la "Araña" y los neveros... curtidas inhumanas de tallar escalos y tirar de paciencia. Además, acampaban en los prados de Kleine Scheidegg; nosotros dormimos en el albergue de la estación, que marca un contraste brutal entre lo cálido del lugar y lo frío y solitario de la pared. Ellos no tenían partes meteorológicos y el equipo era rudimentario, fabricado a base de hierro forjado por ellos mismos El día de llegada hicimos, por la tarde, una aproximación hasta el inicio de vía para estudiar el acceso y la entrada, así como testar las condiciones de la nieve, que era lo que más nos preocupaba. Paramos de seguir subiendo justo donde arranca el primer resalte de roca gris. En ese momento pudimos presenciar como una cordada de suizos nos adelantaban, muy rápidos, con un piolet y crampones ligeros. Cruzamos varias palabras; eran locales de Grindelwald. Todos teníamos la misma felicidad al comprobar que las condiciones eran, efectivamente, excelentes. Decidimos volver al refugio para descansar y rematar los preparativos. Sin embargo, nuestros amigos, ante nuestro estupor, continuaron hasta la entrada del túnel, excavaba en la pared (lo hicieron en menos de cuarenta minutos)... Y regresaron a su vivac caminando. Nos dieron una idea de como se hacen las nortes, rápidas cuando hay buenas condiciones: desencordados en lo fácil. Otra pista que nos dieron fue que había huella buena y seguía el camino correcto. Esto facilita la ascensión de noche, en el laberinto del primer tercio de pared. Otro punto a favor para disipar el miedo y la incertidumbre del itinerario. Pensemos en el material que los pioneros usaban. Esas chaquetas rígidas y acartonadas por el agua y el hielo. Esas botas de cuero, rígidas y pesadas, con poca precisión... Sin "membranas" ni aislantes térmicos. Esos piolets largos y rectos, de madera, para tallar peldaños. Esas clavijas de hierro. Esas mochilas de lona, que se incrustaban en hombros y caderas. Nosotros decidimos apostar por la ligereza. Nuestro material estaba compuesto por una sola cuerda de 50 metros (nueva) de 9,2 mm. La mochila (25 l.) con 6 tornillos de hielo (medianos), un juego de "TotemCam" más el "Camalot" del 2, "Alien" verde, azul y negro. Y un discreto juego de 6 empotradores. Llevamos 10 cintas extensibles, de las que cuatro van con un solo mosquetón y el resto con mosquetones ligeros. Utilizamos un mosquetón de gatillo alambre "Nano" para cada dos friends.

Además añadimos al equipo, un saco ligero de pluma, medio trozo de aislante, un cartucho pequeño de gas, un "Jetboil" con un liofilizado, polvos hidratantes y barritas energéticas. Las mochilas, en su totalidad, apenas pesaban cinco kilos. Al día siguiente pudimos comprobar que la pradera al inicio de pared, era un hervidero de alpinistas nerviosos por entrar los primeros a la línea; es lo que provocan las redes sociales y las condiciones excepcionales reinantes. Resignados, decidimos dormir un poco más en el saco. Esta fue la primera de las estrategias acertadas porque nos encontramos un piolet técnico "Grivel" en la aproximación que, más tarde, supimos que era de uno de los escaladores, de una cordada francesa, que estaban grabando una película para la "TV Mountain". La noche, para mí, fue muy larga y nerviosa, constantemente mirando el despertador para ver cuando empezaríamos a escalar. Nunca logro descansar y dormir con tranquilidad previo a una gran “alpinada”; hay dos clases de alpinistas: los que sí lo hacen y los que no. Constantemente entran dudas debido al mito y respeto hacia esta gran pared. Por fin arrancamos y decidimos llegar, desencordados, hasta la "fisura difícil", escalando uno al lado del otro para darnos confianza. Hubo un par de pasos de incertidumbre pero todo dentro de lo asumible. Aquí llegó el primer tapón de cordadas que tuvimos la oportunidad de resolver adelantando, desencordados, por el "segundo nevero" y fuera de la línea de caída de escaladores. Esto es así porque íbamos en travesía hacia la izquierda, la huella era dura y profunda, con buena amplitud y perfecta. El siguiente punto de inflexión llegó en el "vivac de la muerte". Llegamos muy pronto, más de lo que habíamos planeado, y es el momento en el que hay que escalar y perder tiempo en algunas tiradas por la llamada "rampa". Teníamos dos cordadas delante y se veía, por el ritmo que llevaban, que no iba a ser muy rápida la progresión. Nacho estaba muy motivado y encendido por lo bien que nos encontrábamos, física y psicológicamente... Y quería continuar. En mi mente se cruzaba la visión fugaz de un vivac incómodo, en cualquier lugar allí arriba. Toda la historia de esta montaña indicaba que la mejor repisa para dormir con elegancia es el "vivac de la muerte". La idea de pillar noche no me motivaba y el no haber salido los primeros ese día, para salir en el día, sin tapones que hagan perder el tiempo, nos condenaba a dormir en mitad de la pared. Todo el mundo, supongo que por el ansia que te provocan lugares tan lúgubres, decidió llegar a lo más alto posible. Nosotros decidimos preparar el vivac a las 13:00 horas... Beber, cenar y dormir. Nuestra estrategia era despertarnos frescos y descansados para salir, escalando, de noche. El resultado fue poder adelantar a todos en la famosa "araña". Salimos enchufados al ensamble desde el final de la "travesía de los Dioses", hasta ponernos debajo del diedro de la derecha. Muchos metros resueltos con rapidez y dejando atrás a varias cordadas. Pudimos observar que el vivac que picaron todos fue de "moda". Pequeñas repisas donde apenas podían tener el culo apoyado. Todo cagado y meado. Nosotros pudimos disfrutar de la historia del alpinismo, con las piernas estiradas. En la "araña" vinieron nuevos sentimientos. Por un momento pudimos imaginar la lucha por la vida que aquí tuvieron una de las mejores cordadas de nuestro alpinismo nacional.  Quisimos, por un rato, imaginarlos a nuestro lado. Si hay algo que caracteriza a esta pared, son las travesías y la búsqueda lógica del itinerario para sortear desplomes y paños de roca descompuesta... siempre siguiendo la menor dificultad posible. Hay que decir que esta es una norte que debería escalarse en condiciones invernales, asegurando así una rápida progresión y evitando la caída de proyectiles de la zona superior. Admiro a los primeros por encontrar el itinerario, y hacerlo sin tener cuerdas fijas en estas travesías. Incluso encontramos chapas en algunas reuniones... Y, por supuesto, buenos "pitonazos" en todos los pasajes difíciles. Todo esto ha facilitado mucho la ascensión porque, ya que estaban ahí, lo utilizamos. Lo absurdo era no hacerlo. Ya quedaba poco para llegar al "vivac Corti", otro lugar dramático de la montaña. Aquí ya empiezas a creer que puedes ser como ellos. Es una zona donde ya es mejor salir por arriba que por abajo... aunque, en general, esta norte siempre se ha caracterizado por tener una retirada de las épicas. Difícil. Si te toca bajar, tendrás que deshacer el itinerario destrepando y marcar rápeles por sitios desplomados. Abandonar mucho material por la pared y siempre la incertidumbre de encontrar buenos emplazamientos para reuniones. Unos largos finales, en ensamble, te llevan a cabalgar por la arista que se topa con la "Mittellegi".

Es el momento de acariciar el sol y abandonar la sombra perpetua.

Es el momento de ver las cimas lejanas del Oberland.

Es el momento de observar la vertiente Sur, donde se encuentra el glaciar Concordia.

Es el momento de la emoción, de cerrar ciclos para dar pie a otros.

Una visita fugaz a su cumbre, un intercambio de sonrisas y complicidades entre compañeros de cordada que se han esforzado.

Un momento breve de tranquilidad y relax.

Toda una bajada por delante, con luz suficiente, a buscar el vivac en la pradera. Regresar al lugar donde los mortales siguen con sus vidas cotidianas. Un descenso, estudiado mil veces en las reseñas de Internet, y consultado con amigos que lo han realizado con anterioridad.

Aquellos hombres de vidas y manos curtidas, una generación que vivió la I Guerra Mundial y la miseria que derivó de ella y que, también, fueron testigos de la II Guerra.

Gente muy dura. Por mucho que nos esforcemos, no podremos ser como ellos.

Tendremos que buscar nuestro propio camino.

Al bajar y meterme en el saco, extenuado, solo con ganas de dormir, bajo la claridad de la noche, pensé que las nortes de Alpes también tienen vías de la generación de Bonatti, Piola, Harlin, Loretan.

Pensé que también hay invierno en ellas.

Pensé en las vías de Kurtyka, McIntyre.

Pensé en "el Coro"... Zabalza...

Pensé que tenemos toda una vida para visitar y gozar de ellas.

Por eso nacen nuevos ciclos.

Etiquetas